Carménère: la cepa que se creyó extinta pero revivió en Chile
El vino Carménère es un excelente maridaje al momento de comer recetas típicas chilenas: con empanadas, pastel de choclo o porotos con riendas, este vino tinto se ha ganado el corazón de nuestros compatriotas al ser compañía de sobremesas contundentes, principalmente frente a la parrilla, pues sus notas ahumadas combinan a la perfección con un buen asado.
Chile es el principal productor de vino Carménère del mundo y ha sido usado como carta de presentación nacional por su inigualable sabor, sin embargo, este no es su país de origen, así que la pregunta es ¿Cómo llegamos a producir tan categóricamente una cepa originada en Francia?
La culpa la tiene un pequeño insecto llamado filoxera. Resulta que en el siglo XIX, más específico en 1860, en Francia hubo una epidemia de este insecto, obligando a los enólogos franceses y campesinos a comenzar de cero con las plantaciones de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Carménère que fueron arrasados.
La intensa reconstrucción de los viñedos rindió frutos, no obstante, la cepa Carménère no logró adaptarse a la nueva tierra que además vivía cambios climáticos: frío en primavera y lluvia al comienzo del otoño, haciendo que finalmente en la ciudad de Burdeos se declarara extinta esta cepa.
Más de un siglo después,en 1994, en la viña Carmen de tierras nacionales, Humberto Jara, conocido como Don Beto, y Daniel Poblete, dos supervisores agrícolas, notaron que las hojas de lo que se suponía eran cultivos de Merlot estaban distintas, más amarillas, redondas y lisas de lo que deberían ser para su especie. Avisaron al experto en vid, el francés Jean Michel Boursiquot quién identificó de inmediato la presencia del supuestamente extinto Carménère.
La sorpresa fue grande y de hecho por mucho tiempo, ante el desconocimiento de esta cepa, el vino se comercializó como Merlot y hubo cierto recelo ante este descubrimiento, de modo que la era del Carménère chileno comenzó un año más tarde cuando una medalla de oro en Canadá posicionó el descubrimiento. Según los datos registrados, las semillas deben haber llegado en 1850 en barco junto a una decena de enólogos franceses inmigrantes. Semillas que quedaron en el olvido pero que crecieron firmes y en silencio.
Rápidamente Carménère se convirtió en un vino de renombre mundial, ganando premios en Asia, Australia y los Estados Unidos. Con sabores frutales rojos como la frambuesa, cereza y arándano, nos hemos apropiado de esta cepa, perfeccionándola hasta alcanzar una calidad sublime gracias a la conservación de las viñas y al clima favorecedor para el cultivo vitivinícola de nuestro país.
Brindemos junto a vino Gato Carménère por lo inesperado, por las sorpresas que se gestan a su tiempo ¡y por el sabor de un buen vino chileno!