EL MES DE LA POESÍA | Vino Gato
 
 

EL MES DE LA POESÍA

 
 

Chile, país de poetas. Acá le dejamos esta selección de cinco poemas emblemáticos para que lea con su copa de vino Gato favorita. Afírmese, que están intensos, como la vida misma que inspiró cada uno de ellos y con el que quizás usted se pueda identificar.

BLUE (Jorge Teillier, 1935-1996 )

Jorge Teillier, nació en Lautaro, estudió Pedagogía en Historia y Geografía pero su don fue la escritura. Recibió una serie de premios, entre los que destacan el concurso de poesía “Gabriela Mistral” (1962) y el Premio Eduardo Anguita (1993), concedido por la Editorial Universitaria al poeta vivo más importante de Chile que no hubiese conseguido el Premio Nacional.

 

Su poema Blue corresponde a la estética que transmitió en toda su obra, caracterizado por la vuelta hacia un paraíso perdido en el cual lo cotidiano y lo amable contrastan con la modernidad de la época. A través de una escritura sencilla, Teillier propuso el retorno hacia una Edad de Oro en la que el hablante lírico y el lector podrían acceder a un mundo más ordenado y feliz. “Un mundo mejor”, como diría Teillier.

BLUE

Veré nuevos rostros

Veré nuevos días

Seré olvidado

Tendré recuerdos

Veré salir el sol cuando sale el sol

Veré caer la lluvia cuando llueve

Me pasearé sin asunto

De un lado a otro

Aburriré a medio mundo

Contando la misma historia

Me sentaré a escribir una carta

Que no me interesa enviar

O a mirar a los niños

En los parques de juego.

Siempre llegaré al mismo puente

A mirar el mismo río

Iré a ver películas tontas

Abriré los brazos para abrazar el vacío

Tomaré vino si me ofrecen vino

Tomaré agua si me ofrecen agua

Y me engañaré diciendo:

«Vendrán nuevos rostros

Vendrán nuevos días».

MALDIGO DEL ALTO CIELO (Violeta Parra, 1917-1967)

En esta letra, con valor de poesía moderna y popular, la artista refleja una época de rabia. Una letra que maldice tanto lo creado por el hombre como por la naturaleza. Se dice que el origen de este poema se debe al desdén de las instituciones nacionales, la desilusión que le causó la ruptura sentimental con el músico y antropólogo suizo Gilbert Favre y la ausencia de público a la carpa de La Reina que la tenían en estado de depresión.

Como se describiría a sí misma en esta época: “El invierno se ha metido en el fondo de mi alma y dudo que en alguna parte haya primavera; ya no hago nada de nada, ni barrer siquiera. No quiero ver nada de nada, entonces pongo la cama delante de mi puerta y me voy”. Y entonces es probable que la intensidad de Maldigo del Alto Cielo, aparezca como un desahogo de una mujer atormentada, prisionera de su oscuridad.

MALDIGO DEL ALTO CIELO

Maldigo del alto cielo

la estrella con su reflejo,

maldigo los azulejos

destellos del arroyuelo,

maldigo del bajo suelo

la piedra con su contorno,

maldigo el fuego del horno

porque mi alma está de luto,

maldigo los estatutos

del tiempo con sus bochornos,

cuánto será mi dolor.

Maldigo la cordillera

de los Andes y la Costa,

maldigo, señor, la angosta

y larga faja de tierra,

también la paz y la guerra,

lo franco y lo veleidoso,

maldigo lo perfumoso

porque mi anhelo está muerto

maldigo todo lo cierto

y lo falso con lo dudoso,

cuánto será mi dolor.

Maldigo la primavera

con sus jardines en flor

y del otoño el color

yo lo maldigo de veras;

a la nube pasajera

la maldigo tanto y tanto

porque me asiste un quebranto.

Maldigo el invierno entero

con el verano embustero,

maldigo profano y santo,

cuánto será mi dolor.

Maldigo a la solitaria

figura de la bandera,

maldigo cualquier emblema

la Venus y la Araucaria

el trino de la canaria,

el cosmos y sus planetas,

la tierra y todas sus grietas

porque me aqueja un pesar,

maldigo del ancho mar

sus puertos y sus caletas,

cuánto será mi dolor.

Maldigo luna y paisaje,

los valles y los desiertos,

maldigo muerto por muerto

y el vivo de rey a paje,

el ave consu plumaje

yo la maldigo a porfía,

las aulas, las sacristías

porque me aflige un dolor,

maldigo el vocablo amor

con toda su porquería,

cuánto será mi dolor.

Maldigo por fin lo blanco,

lo negro con lo amarillo,

obispos y monaguillos,

ministros y predicandos

yo los maldigo llorando;

lo libre y lo prisionero,

lo dulce y lo pendenciero

le pongo mi maldición

en griego y en español

por culpa de un traicionero,

cuánto será mi dolor.

 

 

ES OLVIDO (Nicanor Parra, 1914 – 2018)

Este es uno de los poemas más conocidos de Nicanor. En él, un atisbo de su futura antipoesía se hace presente. Los tintes de humor negro y el absurdo de la vida en una época poética dominada por los simbolismos y la idealización del amor romántico, marcan en Parra una diferencia entre sus pares. Aquí el hablante nos cuenta de cuando se entera de la muerte de una pretendiente que casi no recuerda y a quien nunca vio con ojos de enamorado. Desde 1954, este poema viaja a través del tiempo y los idiomas. Un artista que plasmaba su raciocinio matemático en estos versos pragmáticos, de lenguaje simple que vino a revolucionar y profanar la poesía tradicional.

ES OLVIDO
Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas.
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.

Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.

DESOLACIÓN (Gabriela Mistral, 1989-1957)

A mediados de siglo XIX, Chile vivió lo que llaman una colonización selectiva. El gobierno había abierto sus fronteras para recibir únicamente a extranjeros católicos que tuvieran educación secundaria. Así llegaron inmigrantes del primer mundo, principalmente los alemanes, imponiendo su lengua y costumbres a las zonas que habitaron. Fue entonces la razón por la que Mistral, de origen humilde, profesora de oficio y pasión, levanta su voz ante ello, ante la transformación del paisaje emocional, ante la extrañeza de un espacio que empieza a perder su identidad.

DESOLACIÓN

La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde

me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.

La tierra a la que vine no tiene primavera:

tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos

y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.

Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,

miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido

si más lejos que ella sólo fueron los muertos?

¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto

crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto

vienen de tierras donde no están los que no son míos;

sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos

y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.

Y la interrogación que sube a mi garganta

al mirarlos pasar, me desciende, vencida:

hablan extrañas lenguas y no la conmovida

lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;

miro crecer la niebla como el agonizante,

y por no enloquecer no encuentro los instantes,

porque la noche larga ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,

que viene para ver los paisajes mortales.

La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:

¡siempre será su albura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada

de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;

siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,

descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.

POEMA 20 (Pablo Neruda, 1904 – 1973)

Pertenece al célebre libro “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda.

El tema del poema es el amor perdido y la tristeza que provoca, lo que llama la atención porque fue publicado cuando Neruda tenía tan solo 20 años.

El poder de este texto radica en la sinceridad y transparencia con la que crea un mundo dinámico y lleno de pasión. En el poema 20, la resignación por el amor perdido nunca llega y se muestra el carácter posesivo de Neruda. En el verso final él parece querer poner término al dolor y al recuerdo, pero nos dio pistas anteriores que nos hacen creer que no lo logrará. No somos nosotros los capaces de ponerle un alto al dolor, sino el tiempo. Si usted comadrita o compadrito ha sentido la pérdida de un ser amado, de seguro se identificará con estos versos.

 

 

20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos

árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis

brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Esperamos que haya retomado el aire y le haya picado el bichito por descubrir a más poetisas y poetas. En esta tierra fértil de versos, habrá un poema reciente o uno clásico esperando por usted si escarba un poquito más en la literatura chilena.

 

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