¡A FONDEARSE!
Aparecen una vez al año, como si del viejo pascuero se tratara, (aunque hay una que otra más porfiada y “permanente”) . Y en esta aparición mística y llena de sabor está su gracia; las fondas y ramadas son parte del sello Típico Chileno que se respira a penas comienza septiembre. Desde antes que se comenzaran a celebrar las “Fiestas Patrias” en nuestro país, hasta hoy, que se mantienen como estandarte de una tradición que jamás morirá. Acá le contamos un poco de su historia.
EL ORIGEN
Se conocen como ramadas, fondas o chinganas, y aunque tienen sus diferencias en esencia son bien parecidas. Cuentan los historiadores y los sabidos en estos temas que los orígenes de esta tradición se remontan a la época colonial, por ahí por el siglo XVI. Su creación es una respuesta a la necesidad de juntarse, sociabilizar y compartir de los sectores más populares, comúnmente relacionados a los lugares más campesinos, y quienes al abandonar sus pueblos de origen se llevaban consigo esta costumbre instaurándola donde otros no la conocían, logrando así convertirla en una institución a lo largo de todo el país.
EL NOMBRE CON PICARDÍA
Al tener un origen popular e ir de la mano con las festividades patrias, la historia de las ramadas no se salva de haber coqueteado con la reconocida picardía del chileno. Y es esta creatividad nacional la que marca uno de los aspectos más llamativos de las fondas: el nombre. Es menester que una fonda tenga un nombre que haga gracia, porque entre risa y risa nos pedimos el primer choripán, y sin darnos ya estamos sentados pidiendo la segunda empanada cuando se nos escapa otro jajajéo al leer los carteles donde sale el nombre del puesto de nuevo. A los chilenos nos gusta reírnos y comer bien, cuando estas dos cosas se juntan de allá somos.
Ponerle nombre a una fonda tiene su ciencia, si no son dichos típicos chilenos o juegos de palabras ingeniosos, tiene que ser una respuesta graciosa y aguda a la contingencia nacional. Seguro que para este 18 sale la fonda del Des-pa-cito, donde se come la empaná de a poquito, al choripán le ponen pebrecito, y el asado se acompaña con Gatito. Des-pa-cito.