HOMENAJE A DON NICA
En la región del Biobío, en una comuna de no más de 1.400 habitantes llamada San Fabián de Alico muy cerca de Chillán, nace hace más de 100 años Don Nicanor Segundo Parra Sandoval. Fue el primero de 8 hermanos, de una familia con un corazón artístico, y eso porque desde pequeño su padre, un profesor primario y músico, y su madre, una mujer cantora amante del folclore, le inculcaron lo que definiría a los Parra desde ese momento, y lo que dejaría tallado para siempre el apellido de una familia que se convertiría en inmortal en la memoria chilena.
Podríamos decirle que Don Nica es considerado uno de los poetas chilenos más grandes de la historia, y uno de los más importantes de Latinoamérica. Podríamos decirle también, que su influencia en la literatura cambiaría para siempre el cómo se perciben las letras. Podríamos contarle además que en vida consiguió innumerables premios, incluido el Premio Cervantes, reservado sólo para los más grandes. Pero seguro que usted ya sabe todo eso. Porque es difícil no saber quién fue Nicanor Parra. Y si lo conoce, sabrá también que no era muy fanático de los homenajes, no quería la pomposidad con la que se trata a algunos artistas. Porque el decía que en realidad nada era de él, que las cosas estaban allí y el simplemente las tomaba y las decía. Aunque recibió varios de estos homenajes en vida, donde se elevaba hasta el infinito su inmenso legado, antes de partir dejó bien claro cómo quería despedirse; que la música de su hermana Violeta sonara en su velorio. No quería una celebración para él, nunca se trató sobre él.
Pero Don Nica era un porfiado, y nosotros somos igual de porfiados. No quería homenajes ni lágrimas, pero nosotros le hicimos homenajes y nos deshicimos en lagrimas. “Llore si le parece. Yo por mi parte me muero de risa” nos dijo alguna vez. Y seguro que mientras nosotros nos limpiábamos la cara él nos estaba mirando desde algún lugar riéndose a carcajadas de nosotros.