La Feria
Casi un panorama del fin de semana ¿onofre?
Típico que el sábado nos levantamos tempranito, agarramos nuestro carrito, el sencillo y nos vamos por todos los alimentos naturales a nuestra feria más cercana, en ella encontramos desde productos agrícolas perecederos hasta ropa, herramientas, mobiliario, carne y pescados, mascotas, libros usados, etc.
¿Sabía usted que la existencia de las ferias libres data desde la época de la colonia? Así es, y a pesar de la modernidad y los supermercados, siempre prosperan y renacen las antiguas ferias. Aquí es donde nos encontramos con nuestros vecinos, con la comida fresca y sana y con nuestros queridos caseritos, que con su característico canto o mejor dicho gritos o llamados, nos ofrecen sus deliciosos productos, y claro que nunca falta el caserito que nos da una “yapa” o nos deja el kilo de tomates más barato.
Las Ferias son todo un espectáculo, a parte de los colores de todas las verduras y frutas, siempre vemos a artistas callejeros que alegran el ambiente con sus cantos, o los perros y gatos callejeros que se acercan por cariño o alimento, nos enteramos de las todas las copucha, de los futuros hijos de Don Manuel, del matrimonio de la Romina y de los desamores de varios cucharones rotos…
La famosa “Vega Central” también comenzó como una feria, en el sector de La Chimba se reunían campesinos a ofrecer sus productos. En el siglo XVIII, con la construcción del Puente de Calicanto, una gran cantidad de vendedores y feriantes se establecieron en sus alrededores. Ya en el siglo XIX, cuando el sector era conocido como «La Vega del Mapocho», se delimitó y ordenó el terreno usado para el consumo de productos, aprovechando la canalización del río Mapocho. También se construyeron nuevos galpones para la descarga y venta de productos agrícolas.
Cada feria tiene su historia, sus personajes y su encanto, porque en este lugar pucha que se siente el cariño de todos los chilenos.