La historia del teatro en Chile
En este día del teatro, un breve repaso por la historia de este maravilloso arte
¿Le gusta el teatro? La magia de las artes escénicas es una cosa indescriptible y este mes es importante porque desde el año 2006 que el 11 de mayo se estableció oficialmente como el día nacional del teatro, esto porque el 11 de mayo de 1951 nació uno de los actores y directores más importantes en la historia del teatro chileno: Andrés Pérez. Pero para entender quién fue Andrés Pérez, hagamos un breve repaso por la historia del teatro en nuestro país.
Para encontrar las primeras representaciones dramáticas en nuestro país, nos tenemos que ir a la época colonial. En esos años comadrita, el teatro fue una herramienta utilizada por los conquistadores españoles para difundir su cultura y religión entre la población indígena. Las primeras representaciones teatrales en Chile se llevaron a cabo en los patios de las iglesias y en plazas públicas, principalmente con temas religiosos. Ya después se iba a empezar a poner más entretenida la cosa.
Fue en el siglo XIX cuando el teatro chileno comenzó a desarrollarse de manera más significativa. Durante este período, surgieron los primeros teatros permanentes en Santiago, como el Teatro Municipal, inaugurado en 1857. Estos teatros se convirtieron en centros importantes de actividad cultural y social, atrayendo a públicos diversos y presentando obras tanto nacionales como extranjeras.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el teatro chileno experimentó un auge de actividad y creatividad. Es aquí cuando podemos hablar por primera vez de un teatro propiamente chileno debido a la gran cantidad de dramaturgos, directores, compañías y técnicos chilenos que produjeron su trabajo en esta fecha. De principios de siglo, los principales creadores fueron Armando Moock, German Luco Cruchaga y Antonio Acevedo Hernández, quienes son catalogados como los autores “clásicos” del teatro nacional.
Desde 1930 el teatro empieza a hacerse cada vez más popular, gracias al impulso entre gobiernos y universidades. Ejemplo de esto es la creación en 1941 del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, en 1943 el Teatro Ensayo de la Universidad Católica, en 1945 el grupo de teatro de la Universidad de Concepción y así también en Antofagasta, Valparaíso y otras ciudades.
Hacia la década del 50 y 60 el teatro universitario tenía mucho reconocimiento y la actividad artística vivió un nuevo impulso de la mano de creadores muy importante como Fernando Cuadra, Hernán Millas, María Elena Gertner, Gabriela Roepke, Miguel Frank, entre muchos otros autores que publicaron obras de importancia monumental en estas décadas. De estos años también surgen nombres que quizás le suenen comadrita como Isidora Aguirre (“La Pérgola de las Flores”, 1960) o Alejandro Sieveking (“La Remolienda”, 1965, dirigida por Victor Jara).
A principio de los 70 se crean numerosas compañías de teatro como el Teatro Ictus, El Túnel, Teatro Aleph y también aparecen numerosos festivales de teatro a lo largo del país. Actividad que se interrumpe el año 1973. La dictadura clausura numerosos espacios y la actividad teatral sufre un retroceso que obliga a buscar alternativas a los espacios tradicionales. Es por esto que a fines de la década del 70 y principios de los 80, muchos actores y compañías se vuelcan al teatro callejero.
Dramaturgos importantes en la década del 80 son Juan Radrigán y Jorge Díaz. Y es aquí donde aparece la figura de Andrés Pérez y su Gran Circo Teatro, que en 1988 estrena la famosa obra La Negra Ester, que es la obra musical más vista en la historia de nuestro país. El trabajo de Andrés Pérez será un referente indudable para el desarrollo del teatro nacional hacia la vuelta de la democracia. Artistas como Alfredo Castro, Roxana Campos, Mauricio Celedón o Ramón Griffero, en sus diferentes estilos y corrientes, serán inspirados por el trabajo de Andrés Pérez.
Hoy día, nuevas voces, nuevos espacios y compañías siguen desarrollando e investigando propuestas que reflejen las inquietudes de los tiempos que corren. Voces contemporáneas como las de Nona Fernández, Guillermo Calderón, Carla Zúñiga o Manuela Infante, en conjunto con diversas compañías, grupos y actores y actrices, son el reflejo de que el teatro nacional está más vivo que nunca.