¿Me lo anota por favor?
Oda al almacén de barrio.
El producto a granel, la lista de fiados en un cuaderno, el aceite de cuarto de litro que saca de apuros, la conversación con la dueña con la bolsa de pan en la mano. Es el almacén de barrio, el lugar donde no sólo se va a comprar sino a copuchar, el lugar donde se juntan los vecinos cuando tiembla o cuando pasa algo raro en el lugar; un punto de encuentro, no sólo un local comercial. Es el almacén que te vió crecer, aprendiendo a andar en bicicleta y haciendo las monedas con tus amigos para los helados o cubos veraniegos, para luego mirarte adolescente y por último adulto, partiendo de la casa de los padres para volver a almorzar los domingos y comprando siempre para tamaña ocasión la bebida clásica donde la señora que ya es como tu tía.
Y es que los tiempos cambian, y los almacenes son una resistencia de identidad y recuerdos entre los supermercados, casi un confesionario, mire que a todos nos guardaron el secreto del dulcesito comprado con el vuelto, o nos llamaron para avisar que había pan calientito. Para qué decir las veces que nuestra madre se quedó “comadriando” en el lugar y había que ir a buscarlas, quizás cuantas cosas se conversaron en estos pequeños metros cuadrados donde encontrabas de todo, desde legumbres, cloro, pasta de zapatos e incluso la cartulina para el colegio recordada a las 11 de la noche.
Algunos han cerrado, otros se han reinventado y cambiaron la caja registradora por la máquina para pagar con tarjeta, algunos conversan la estética detenida en el tiempo y otros no se achican y con instalaciones modernas nos invitan a pasar con su letrero de luces led afuera.
Dependiendo de la estación del año, a veces te esperan con sopaipillas para tomar once, empanadas dieciocheras para calentar motores o los clásicos cubos para pasar el calor por montones. Están en todas las comunas, en todas las ciudades del país, las reconocerá por el sonido de la alarma al ingresar, sonido que alertará a su dueña o dueño, quienes desde el living de su casa se levantarán para atenderlo y tendrán paciencia ante la indecisión de la mirada del cliente recorriendo la vitrina mientras piensa ¿qué llevo para el pan?
Y si a usted le gusta turistear, en barrios como: Brasil, Concha y Toro, Yungay y Barrio Italia podrá encontrar los más característicos de la capital. Lugares que guardan vivencias y gran riqueza cultural que vale la pena rescatar, visitar y ¿por qué no? seguir comprándoles después de fotografiar.