Coincido que el lugar se detuvo en el tiempo, pero uno siente el abrigo y las caricias de las abuelitas, come platos con tradición familiar. Es como estar en la cocina de campo. Es extremadamente limpio.
Pernil y Pichanga mis favoritas!!! con esa mano que solo dos abuelitas del sur pueden hacer, se los recomiendo, el lugar quizás no es bonito para algunos, pero a mi me encanta todo, me hace sentir que estoy en el campo de vacaciones, con un calentito brasero en aquellos días de mucho frió... me encanta!!!