Sandía calada
El chileno sabe que en Paine están las mejores, sepa aquí porqué.
Para la sobremesa veraniega, con harina tostada o a capela, rica y fresca están las Sandías de Paine para comer al lado del ventilador, en el patio o balcón y capear con dulzura la cuarentena.
La sandía, pariente colosal y cercano del pepino, está constituida por un 90% de agua y vitaminas A,B,C, azúcar y caroteno, el responsable de mejorar la vista y hacer barrera contra los rayos solares en el ojo.
Lo que siempre deseamos al partir una sandía es que tenga en su interior un rojo intenso y un sabor potente que le de enjundia al verano. Cuántas sandías hemos comido en la ribera de un río con las manos aún mojadas, cuántas pepas infantiles escupidas entre la naturaleza han quedado como estela de pasadas vacaciones. Y es que hemos comido sandías desde pequeños, que a estas alturas el paladar reconoce la excelencia y es aquí donde aparece el nombre de Paine entre tanta oferta frutícola dando vueltas.
Paine es una comuna agrícola de la Región Metropolitana ubicada en la provincia de Maipo, que en mapudungun significa celeste, debido a la claridad de su cielo. Su último orgullo ha sido tener desde el año 2016 la denominación de origen para su mítica sandía, tras cuatro años de lucha y a 100 años de la llegada de este fruto a la zona.
Con este sello de origen, si ahora quieres utilizar el nombre “sandía de Paine” deberás demostrar que eres de esta localidad. Aquí las sandías pueden pesar hasta 25 kilos y su calidad se debe al meticuloso uso y nutrición del suelo que la cosecha, el adecuado drenaje de la tierra y con agricultores conscientes del impacto ambiental comprometidos a disminuir el plástico en su proceso de producción y distribución.
De esta manera, la denominación de origen le da un sello de calidad asegurado como el de los otros productos nacionales que lo poseen. Así que sírvase una sandía de Paine luego de comerse un atún de Isla de Pascua con un poco de jugo de limón de Pica en la ensalada, mientras termina de cocinarse la langosta de Juan Fernández espantando a los niños que sacan escondidos los dulces de la Ligua y ¡Salud por nuestras tierras de comida y encanto!